miércoles, 16 de febrero de 2011

CitronElla.

 Los brazos de Ella aún rodeaban aquella estrella cuando el sol de Madrid marcaba recién las 5pm. Su temple estaba resguardado por las calles sin luz de algún corazón sin sombra del condado.
 Rara vez miraba a la luna de tonalidades blancas y negras, ella le sonreía y más tarde le pateaba la frente con zapatos de golf. Se cansó de esperar aquel auto blindado de ilusiones y comenzó la caminata eterna por el ripio líquido.
 No tenía los zapatos adecuados para semejante travesía, fue por eso que se paró de manos y se convenció de no llorar, como esos renacuajos de los estanques. ¿Será que está condenada a la metamorfosis?, ¿A la evolución?.
 Trata de adaptarse sin salir de su vestido de tul, pero las telas son frágiles y no soportan semejante cambio.

 El cigarrillo quemó las costuras y quedó desnuda ante sí.

 Cruel destino incierto, que nos hace perder el camino, y con este, la ilusión.

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