sábado, 27 de noviembre de 2010

Ella.

Cuando Ella salía a caminar, no pensaba en los beneficios de una sana caminata. Ella solo ejecutaba el verbo en su máxima simpleza.
 Cada vez que salía, el mundo se abría a sus pies violentamente. Las grietas rodeaban su caminar y entorpecían el recorrido de los demás peatones. Pero esto no le afectaba en lo más mínimo. Supongo que hasta en cierto punto le agradaba causar semejante sensación en los demás.

 Pero esta cualidad suya no era la única que afectaba a las demás personas... Ella lo sabía también, pero no le prestaba atención. No quería.

 Sus actitudes podían alegrar a cualquier desgraciado que se acercase, como un aura que la rodea, no?...algo así. Pero esto no siempre traía beneficios, porque también este aura casi angelical podía transformarse en la más oscura y tediosa bruma, capaz de hacer sucumbir el humor y el entusiasmo de cualquier agraciado. La transición toma solo milésimas de segundo.
 Para acortar el asunto, tenía las características de una bomba de protones en cada uno de sus estados emocionales, capaz de arrasar cada tristeza y alegría que se cruzase por el camino de semejante onda (explosiva) expansiva.

 De todas formas, siempre se guardaba en ese cerco electrificado que no la dejaba salir de ella misma... de los recorridos por su interior, provocando grietas irreparables. Es muy alto para saltarlo, imposible atravesarlo, pero como todo cerco, tiene una puerta o salida.

 Sólo que sus ojos no podrán encontrarlo, 4 ojos ven más que dos.

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