Decile que no a ese imbecil que te mira desde la vereda de enfrente hablando ese idioma que tanto odiabas cuando sólo eras un bocado más en la vida de algún científico de Liniers. Siento que todos ustedes se van a ir al cielo y les deseo buen viaje y que les sea leve el vuelo y la turbulencia y la muerte de la princesa más horrible de todo Júpiter. Estúpidos taxis que se creen tanto que no olvidan ir ni un sólo día al almacén de Boris. Maldita seas, maldita seas suerte, destino y arroz.
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