¿Cómo puedo enfrentarme a algo que no veo? ¿A algo imperceptible pero tan real que me dobla en dos y me corta la respiración?
No puedo odiarte, ni tocarte ni sentirte... no vale la pena. Debería resultar mínima tu incidencia.¿Qué es lo que nos está fallando? ¿Por qué flaquea tu orgullo, ese que te abriga y te envuelve en un velo de metal frío y seco?
Me ahogo en tus pétalos de sal color rubí, que me llueven desde lo más bajo que la humanidad conoció, y de lo que ésta debería estar avergonzada y sentirse desnuda: tu tristeza.
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