Si tanto me cuesta cederte el paso, tendré que caminar por el pasto y con cuidado evitar pisar las flores que nos mantienen hoy. Alguien se encargó ya hace tiempo de quitar del camino las piedritas que me lastiman los pies y ampollan mi sonrisa, que cada vez brota más alevosamente teniéndote a mi lado.
Ahora los besos saben a frambuesa y las risas se escapan entre las varillas de la jaula, aprendiendo a volar solas y por su cuenta, sin nuestra ayuda.
Me gusta la palabra mazmorra.
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