lunes, 16 de mayo de 2011

 Carol, no vuelvas a mirarlo así. Sus piernas le arden y su estómago cruje necesitado de cariño y algo de comer.

 Ya pensó en tus sueños, pensó en tu tranquilidad, y terminó decidiéndose por tu ilusión, esperanza y voz.

 Ahora corre, antes de que la tortura de disfrutar lo no merecido, en el tiempo que se consume este cigarrillo y las volutas de humo se fusionan con el aire, venga a buscarte, te consuma las tripas y ya no puedas llorar.

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