Darme maña para matar bichos de las maneras más morbosas y macabras (con increibles posibilidades de que estos métodos surjan de esa parte del cerebro que aún tiene domicilio en el Medio Evo psicológico), es hoy-día, de lo que más disfruto hacer para matar el tiempo. De verdad, mis asuntos personales no son algo para tomarse a la ligera. Ni un poco...
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